Esta postura ejerce menos presión sobre tejidos y músculos, facilitando el paso del aire.
Cuando el niño duerme boca arriba, se disminuye el riesgo de que sufra apnea del sueño, ya que “esta postura ejerce menos presión sobre los tejidos y músculos que rodean la cavidad oro faríngea, por lo que es menos probable que impida el paso del aire”, según el doctor González Mangado, especialista en Neumología y miembro del área de trabajo sobre trastornos del sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
La apnea del sueño es una enfermedad que padece entre el 1 y el 3 por ciento de los menores en España, según la sociedad científica. Por lo general, la aparición de esta enfermedad, que supone la interrupción frecuente de la respiración durante el sueño, se relaciona con la presencia de vegetaciones o una hipertrofia de anginas.
Según los expertos, esta patología suele aparecer con más frecuencia entre el primer y el sexto año de vida. “La razón es que durante esa primera fase de la vida es relativamente fácil que se genere, en torno a la garganta, un conflicto de espacio, al crecer más deprisa el tejido linfático y adeno-amigdalar (las populares anginas) que la cavidad aérea superior en la que éste se encuentra”, explicó González.
En la mayoría de los casos, la solución es sencilla: “En más de un 90 por ciento de los pacientes, basta con extirpar las vegetaciones y las anginas”, añadió el neumólogo. Los casos más complicados son los que se refieren a malformaciones craneo-mandibulares u otras enfermedades que precisan un tratamiento diferente.
Desde la sociedad científica, recomiendan a los padres que observen si sus hijos roncan o presentan una respiración intranquila; en caso de que así sea, lo adecuado es comunicárselo al médico para tomar medidas y realizar las pruebas pertinentes.