La patología mas frecuente es el insomnio infantil por hábitos incorrectos. Entre seis meses y cinco años los niños que padecen estos trastornos presentan tanto dificultades para iniciar el sueño como alteraciones a lo largo del mismo, con despertares frecuentes en la noche. A veces las alteraciones son debidas a falta de rutinas o límites mal establecidos.
En muchas ocasiones estos niños son totalmente normales, sin problemas psicológicos ni psiquiátricos. Su única patología es que “únicamente duermen mal”. El doctor Estivill asegura que la persistencia de esta alteración da lugar a un grave trastorno en la estructura del sueño.
Son niños que no duermen las horas necesarias, no dejan actuar a la hormona del crecimiento que se segrega durante las primeras horas después de iniciado el sueño y causan graves problemas en la estructura familiar, porque crean conflictos y nervios. Existen sincronizadores internos y externos, los primeros son poco modificables. Los externos son la luz solar, el ruido y el silencio, las horas de comer, acostarse y levantarse, los elementos externos asociados al sueño y sobre todo la actitud de los padres para enseñar un hábito correcto. El sincronizador externo mas modificable son las rutinas y hábitos de sueño.
Según el doctor, el niño aprende a asociar sincronizadores externos como son el ruido y la luz con vigilia y el silencio y la oscuridad con sueño. Un niño a los seis o siete meses debe ya tener bien establecido el ritmo de vigilia-sueño de 24 horas. Debe dormir durante la noche un promedio de 11 a 12 horas, iniciando su sueño entre las 20 y 21 horas y despertándose entre las 7 y las 9 de la mañana. Asimismo, debe realizar tres siestas. Una después del desayuno, de una o dos horas, otra después de la comida del medio día, que puede ser de dos a tres horas y otra después de la merienda, de menor duración.
Ahora son los padres los que tienen que aprender a hacer dormir; es decir, aprender a configurar hábitos mediante la repetida asociación de los mismos elementos externos y la actitud que transmiten los padres al enseñar el hábito. El niño debe aprender a iniciar el sueño solo, asociando el acto de dormir con determinados elementos externos.
El coordinador de la Clínica del Sueño Estivill, Francisco Javier Segarra señala que el 20% de la población padece insomnio transitorio y un 10% insomnio crónico.
Segarra apuntó que los malos hábitos del sueño, pueden ser la causa determinante del insomnio.
Las variaciones frecuentes en los horarios pueden producir patrones irregulares de sueño-vigilia que condicionarán la aparición de insomnio.
El experto apuntó que entre los factores que provocan el insomnio, se encuentra la apnea del sueño, que son paradas respiratorias provocadas por microdespertares o el síndrome de las piernas inquietas, que se produce cuando el paciente está despierto y no se puede dormir.
Una de las situaciones que destacó Segarra es el síndrome de fase retrasada en los adolescentes, muchos jóvenes no son capaces de dormir antes de las 3 ó 4 de la madrugada, y a veces no se considera como un problema fisiológico, sino de actitud.