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Cambio horario, retrasamos el reloj una hora

¿Afecta el cambio horario de otoño a nuestro ritmo?

Como cada año cuando por estas fechas en las que se acerca el cambio  horario de invierno, se vuelve   a retomar el debate sobre si debería hacerse o no este ajuste de hora. Lo mismo sucede en primavera. Históricamente la justificación del cambio de hora en otoño y primavera era básicamente económico.  Se entendía que con él se producía un ahorro energético, sobre todo por mejor aprovechamiento de la luz solar. Esto en la actualidad no sucede, y esta comprobado que prácticamente no hay ningún cambio

Se suele hablar también de las consecuencias sobre la salud que tiene este “ajuste” horario. En realidad son mínimas, sobretodo en el cambio de otoño, donde se retrasan una hora los relojes. La tendencia biológica de la mayoría de las personas es a  alargar el día, ya que la frecuencia de nuestro ritmo cronobiológico de vigilia y sueño, el llamado “tau”, suele ser de un poco más de 24 horas, por lo que no suele existir demasiados problemas para alargar el día, en definitiva podemos decir que ganamos una hora, y los distintos relojes biológicos que existen en nuestro cuerpo  se adaptan sin problemas. Si añadimos además que vivimos en una sociedad privada crónicamente de sueño, con las importantes consecuencias de salud, productividad, creatividad y siniestralidad que esto supone, esta hora extra la mayoría de la población la  recibe como un regalo.  En el cambio de primavera sucede totalmente lo contrario, y los relojes se adelantan una hora, esa “hora perdida” si suele provocar pequeños desajustes de salud, sobretodo en nuestro ritmo de vigilia y sueño. Un adulto sano en unos 4 días suele estar adaptado al nuevo horario, haciendo un ajuste aproximado de 15 min al día. Las personas mayores y los niños, suelen ser los más afectados y pueden tardar algo más de tiempo que los adultos en adaptarse.

Pero resumiendo podemos decir que las consecuencias sobre la salud del cambio de hora no son excesivamente preocupantes, sobretodo porque existen otros problemas “horarios” mucho más importantes en nuestro día a día. Por ejemplo la gran mayoría de la población realiza cambios horarios mucho mayores a una hora durante los fines de semana, cambios bruscos de  la hora de acostarnos y levantarnos con importantes consecuencias para nuestra salud, causando el “jet lag de fin de semana”. Lo mismo sucede con nuestros horarios veraniegos, lo que lleva a mucha gente a dificultades para dormir cuando se reincorpora al trabajo, creyendo que su problema es de insomnio por el estrés que puede suponer reincorporarse al trabajo, sin embargo muchas veces lo que sucede es que nuestro cuerpo se ha acostumbrado a unos horarios diferentes y no es capaz de adaptarse tan rápidamente a los nuevos, es el “jet lag de verano o vacacional”.

Sin embargo el principal problema que existe en nuestro país es la falta de horas de sueño que presenta la mayoría de la población, dormimos mucho menos de lo que necesitamos, 1 hora menos de media que el resto de los europeos. Esto se debe principalmente a dos motivos,  sintetizando mucho la compleja situación. Por una parte los nefastos horarios existentes. Nuestras horas tardías de comer y  cenar, la mala organización de nuestros horarios laborales con jornadas interminables asociadas a baja productividad, la programación nocturna de la cultura y ocio, los horarios escolares y sobretodo de las actividades extraescolares, nos llevan inexorablemente a una falta de horas para  realizar todo lo que nos gustaría durante el día. Esto enlaza directamente con la segunda causa de la falta de horas de sueño de nuestra sociedad, el menosprecio. La falta de información y formación sobre la importancia del sueño, en un mundo conectado 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, y en el que los mensajes recibidos por influyentes personajes públicos y ciertos medios de comunicación nos transmiten  que dormir es de cobardes, de débiles,  un resto de nuestro pasado cavernícola, es fácil entender que la decisión final de las personas ante la falta de tiempo sea quitárselas a una de las funciones fisiológicas más importantes de nuestro cuerpo, el sueño. Sugiero desde aquí que existen otras opciones mucho mejores, que aunque puedan parecer utópicas, cada vez toman más peso en nuestra sociedad gracias a la “Reforma Horaria” puesta en marcha hace unos años por un grupo de soñadores bien dormidos, en este sentido se avanza con paso firme  hacía una futura sociedad más eficiente , más libre y más sana. Esta Reforma Horaria entra en un año decisivo con la redacción de la ley del tiempo, y todos los apoyos posibles serán necesarios para que se pueda llevar a cabo, no dejéis de involucraros activamente si creéis que una sociedad mejor es posible.