Una apnea es un cese brusco de la respiración mientras dormimos. Hoy, gracias a la medicina del sueño, sabemos que en el momento de dormirnos nuestro cuerpo se relaja y una parte que se puede relajar especialmente es el cuello. Cuando las personas tienen el cuello corto y ancho, y si hay sobrepeso esta relajación se acentúa. En el momento en que esto sucede no hay respiración y el cerebro sufre y produce un auto despertar que es el sonido típico al finalizar las apneas. Un 5% de la población adulta sufre apneas, normalmente suelen ser hombres, aunque las mujeres también las pueden padecer, sobre todo después de la menopausia. Los niños también pueden presentar éste tipo de sintomatología, y en los niños la causa es hipertrofia adenoidea y amigdalar (es decir unas amígdalas muy grandes) es por eso que el tratamiento para los niños es el tratamiento quirúrgico.
La consecuencia directa de sufrir apneas es la repercusión sobre el descanso. Como es un cese brusco de la respiración seguido de un auto despertar, este auto despertar provoca que no podamos profundizar correctamente en nuestro sueño, y esto implica que al día siguiente tendremos las consecuencias de estos auto-despertares o de estas interrupciones del sueño. La persona estará más cansada, más irritable, de mal humor, tendrá más somnolencia o incluso puede tener cefaleas y también boca seca. Las personas con apneas suelen beber mucha agua durante la noche y en consecuencia se despiertan para ir al baño. Pero la consecuencia más grave es, que la falta continua de oxígeno, puede provocar un trastorno en todo nuestro sistema vascular, hay un aumento de la tensión mínima y también puede provocar un infarto. Por eso es tan importante que cuando una persona ronca, hace estas paradas respiratorias que