BUEN DORMIR: AMIGOS Y ENEMIGOS

El buen dormir es uno de los objetivos de muchos al empezar el nuevo curso, en el buen descanso está la clave de nuestro mejor rendimiento.

Al llegar septiembre, muchos de nosotros nos proponemos objetivos, uno de ellos, descansar más y mejor. Dormimos poco, el ritmo diario no nos permite dar prioridad a nuestro sueño y el buen dormir se convierte en una misión imposible. Debemos saber que hay amigos y enemigos del buen dormir. Hoy os listamos algunos de los enemigos y algunos de los amigos del buen dormir que os garantizan un descanso y un buen sueño.

Enemigos del buen dormir:

* La cafeína: no la tomes a partir de las cuatro de la tarde. Mucha gente que lo hace no la relaciona con el mal dormir y, asimismo, mucha gente que consume altas dosis de este estimulante durante el día después duerme mal.

 * El alcohol: agrava el insomnio y altera la fase REM, en la que el organismo se recupera. En pequeñas dosis induce al sueño al principio, pero a medida que es metabolizado por el organismo, produce insomnio.

* Cenar demasiado o muy poco: una gran cena antes de ir a domir no te dejará dormir bien y un cena demasiado escasa te despertará a media noche con hambre.

* Las grasas en los alimentos: pueden producir ardor de estómago debido a su difícil digestión. Hay que evitar en las cenas los platos grasos.

* Cenar tarde: el estómago al estar en posición horizontal, favorece el paso de los jugos gástricos y ácidos al esófago. Ello genera una mala digestión y favorece el malestar y la acidez. Cena de forma moderada dos horas antes de acostarte.

 * Fumar: intenta no fumar dos horas antes de acostarte. La nicotina es un poderoso estimulante.

* Ingerir abundantes líquidos antes de ir a dormir: la necesidad de ir al baño interrumpe el sueño. Procura no tomar líquidos dos horas antes de ir a dormir.

 

Amigos del buen dormir.

Siempre hablamos de los enemigos del buen dormir, pero hay que tener en cuenta que el buen dormir también tiene amigos, y recordarlos también es bueno.

* Valeriana: sin efectos secundarios, ayuda a estabilizar los ciclos del sueño. Hay que ser pacientes con ella porque sus beneficios empiezan a percibirse a las dos o tres semanas de tomarla. Otras recomendaciones son la tila, el lúpulo, la melisa, la manzanilla y la menta piperita.

* Leche con miel: la leche contiene triptófano (un aminoácido que induce el sueño) y la miel es un hidrato de carbono que facilita la entrada de dicho aminoácido en el cerebro.

 * Melatonina: La dosis autorizada en España es de 1,9 mgr. Pero hay alimentos ricos en triptófano que ayudan  a aumentar los niveles de esta hormona en la sangre, como por ejemplo la avena, el arroz, los tomates, los plátanos, el maíz, la leche.

 *Las rutinas. Tener un horario fijo para irnos a dormir es más útil de lo que imaginámos. Nuestro cerebro se prepara para el sueño, y si le ayudamos con una rutina, mejor.

 *Desconectar. El simple hecho de desconectar un par de horas antes de meternos en la cama nos ayudará tener un buen dormir.

 

Empieza un nuevo curso y desde la Clínica del Sueño os deseamos un buen dormir.

¿CUÁNTAS HORAS DIARIAS DE SUEÑO NECESITAMOS?

Una de las preguntas más frecuentes en la consulta es la de ¿Cuántas horas diarias de sueño necesitamos?

Las necesidades de horas de sueño varían en cada persona, noche a noche, dado que influyen infinidad de factores que van desde la edad hasta condicionantes genéticos. Los recién nacidos pueden pasar 18 horas durmiendo, con pequeños períodos de vigilia intercalados. Hacia los ocho-diez años los niños suelen dormir entre nueve y diez horas seguidas, aunque los mejores durmientes son los preadolescentes, doce-catorce años, que pasan gran parte de su sueño en fase 3/4 (profunda). El paso del tiempo afecta tanto a la calidad como a la cantidad del sueño. Un adulto suele precisar siete u ocho horas de sueño y las duerme sin interrupciones, mientras que una persona de 70 años acostumbra a dormir sólo seis horas y superficialmente, con múltiples despertares.

A medida que nos hacemos mayores perdemos la capacidad de dormir seguido —es decir, nos despertamos más veces durante la noche— y, asimismo, perdemos la capacidad de mantener constantemente el estado de vigilia, esto es tenemos la necesidad de realizar pequeñas siestas durante el día. Así una persona mayor de 70 años dormirá sólo cuatro o cinco horas seguidas durante la noche y hará dos o tres siestas de unos 10-15 minutos durante el día.

Aunque se desconocen con exactitud las horas diarias de sueño necesarias, los límites suelen estar entre las cinco o seis horas y las nueve o diez horas, aunque la gran mayoría de las personas acostumbran a tener suficiente con siete u ocho horas. Los que con cinco o seis horas mantienen un excelente grado de vigilia al día siguiente reciben el nombre de dormidores cortos y en esta categoría sólo se incluye el 5% de la población. Los que necesitan de nueve a diez horas para mantener un normal estado de vigilia se denominan grandes dormidores y también son sólo el 5% de la población. Ello nos indica que el 90% de la población adulta precisa entre siete y ocho horas diarias de sueño.

Lo único cierto es que las horas diarias de sueño son individuales. El análisis del estado en que nos encontramos durante el día nos indicará si las horas de sueño han sido las correctas. Edison solía dormir un promedio de cinco horas; Einstein, en cambio, dormía regularmente diez horas. Parece ser que importa mucho más la calidad del sueño —profundo y sin interrupciones— que la cantidad —muchas horas en la cama con un sueño superficial y entrecortado.

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