LA SIESTA, UNA ACTIVIDAD IMPRESCINDIBLE EN LOS NIÑOS.

 

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Los recién nacidos no duermen de un tirón, sino que realizan varios periodos de sueño interrumpidos por fases de vigilia que no suelen ceñirse a un determinado patrón. Alrededor del sexto mes de vida es cuando los bebés empiezan a tener un ritmo de vigilia-sueño claramente establecido, que incluye varios períodos de sueño diurnos (llamados siestas), que van cambiando en duración y frecuencia a medida crecen.

 

Desde los 6 meses hasta el año y medio de vida.

A partir de los 6 meses, un bebé ya puede tener un ritmo biológico de vigilia-sueño (se denomina así a la sucesión de los periodos de vigilia y sueño que tienen lugar durante 24 horas) bien estructurado, es decir, ya puede dormir 11-12 horas durante la noche y realizar varias siestas durante el día. Éstas las hará tras el desayuno, con una duración de entre una y dos horas; después de comer, entre dos y tres horas, y tras la merienda, de media a una hora. Algunos pequeños duermen de forma desestructurada, en estos casos será necesario enseñarles a dormir correctamente.

Las comidas nos ayudan a organizar el ritmo de sueño nocturno-sueño diurno (siestas) y los horarios preferibles (con un margen de desfase de 15 minutos más o menos) serán: 8 mañana (desayuno), 12 del mediodía (comida), 4 de la tarde (merienda) y 8 de la noche (cena). Después del desayuno, la comida y la merienda la mamá o el papá pondrá el niño a dormir.

Las siestas de después del desayuno y la merienda serán progresivamente más cortas hasta que deje de hacerlas. La primera que perderá será la de la merienda: es posible que no la necesite a partir de los 7-8 meses, lo que aprovecharán los padres para pasar más rato con él y comunicarle sus enseñanzas y afecto hasta la hora del baño y la cena. La siesta del desayuno se pierde aproximadamente a los 15 meses. En cambio, la de después de comer seguirá siendo larga, pudiendo llegar a durar 3 horas (algunos niños dormirán más, otros algo menos).

 

Desde el año y medio a los cinco años

En este periodo de tiempo solo realizarán una siesta, la de después de comer pudiéndose alargar hasta 3 horas. Algunos niños de 16-17 meses aún realizan una pequeña siesta después del desayuno. Si es así, los papás deben favorecer este sueño, pero si, por el contrario, el niño no la necesita, no deben preocuparse ya que también se considera normal.

Aunque lo conveniente es recomendar la siesta del mediodía al menos hasta los 5 años, ésta no suele realizarse por necesidades escolares. Suprimirla es un error, porque según estudios científicos actuales, la necesidad de sueño durante las 13.00 y 16.00 horas persiste durante toda la vida. Sorprende que a los adultos que disponen de tiempo se les recomienda que duerman unos 10-20 minutos después de comer, y que a los pequeños, que aún necesitan más este periodo de descanso, se les suprima. Lo recomendable, pues, sería permitir que hasta los 5 años se pudiera realizar la siesta en la escuela, con una duración de al menos una hora.

 

Consecuencias de la falta de siesta del mediodía:

Los datos científicos demuestran que cuando las siestas se suprimen, los pequeños llegan a casa agotados y/o muy irritables (otro signo de cansancio en los niños) y que muchos de ellos se duermen antes de cenar si se sientan delante el televisor e incluso rehúsan comer.

También se ha demostrado que la supresión de la siesta a edades muy tempranas puede generar más episodios de sonambulismo o terrores nocturnos en los niños. Esto se debe a que al irse a dormir muy cansados, los pequeños entran en un sueño muy profundo propicio para que surjan este tipo de problemas. Por el contrario, un niño que duerme correctamente, tanto de noche como de día, suele estar de buen humor, adoptar una actitud más colaboradora y realizar un mejor aprendizaje.

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BUEN DORMIR: AMIGOS Y ENEMIGOS

El buen dormir es uno de los objetivos de muchos al empezar el nuevo curso, en el buen descanso está la clave de nuestro mejor rendimiento.

Al llegar septiembre, muchos de nosotros nos proponemos objetivos, uno de ellos, descansar más y mejor. Dormimos poco, el ritmo diario no nos permite dar prioridad a nuestro sueño y el buen dormir se convierte en una misión imposible. Debemos saber que hay amigos y enemigos del buen dormir. Hoy os listamos algunos de los enemigos y algunos de los amigos del buen dormir que os garantizan un descanso y un buen sueño.

Enemigos del buen dormir:

* La cafeína: no la tomes a partir de las cuatro de la tarde. Mucha gente que lo hace no la relaciona con el mal dormir y, asimismo, mucha gente que consume altas dosis de este estimulante durante el día después duerme mal.

 * El alcohol: agrava el insomnio y altera la fase REM, en la que el organismo se recupera. En pequeñas dosis induce al sueño al principio, pero a medida que es metabolizado por el organismo, produce insomnio.

* Cenar demasiado o muy poco: una gran cena antes de ir a domir no te dejará dormir bien y un cena demasiado escasa te despertará a media noche con hambre.

* Las grasas en los alimentos: pueden producir ardor de estómago debido a su difícil digestión. Hay que evitar en las cenas los platos grasos.

* Cenar tarde: el estómago al estar en posición horizontal, favorece el paso de los jugos gástricos y ácidos al esófago. Ello genera una mala digestión y favorece el malestar y la acidez. Cena de forma moderada dos horas antes de acostarte.

 * Fumar: intenta no fumar dos horas antes de acostarte. La nicotina es un poderoso estimulante.

* Ingerir abundantes líquidos antes de ir a dormir: la necesidad de ir al baño interrumpe el sueño. Procura no tomar líquidos dos horas antes de ir a dormir.

 

Amigos del buen dormir.

Siempre hablamos de los enemigos del buen dormir, pero hay que tener en cuenta que el buen dormir también tiene amigos, y recordarlos también es bueno.

* Valeriana: sin efectos secundarios, ayuda a estabilizar los ciclos del sueño. Hay que ser pacientes con ella porque sus beneficios empiezan a percibirse a las dos o tres semanas de tomarla. Otras recomendaciones son la tila, el lúpulo, la melisa, la manzanilla y la menta piperita.

* Leche con miel: la leche contiene triptófano (un aminoácido que induce el sueño) y la miel es un hidrato de carbono que facilita la entrada de dicho aminoácido en el cerebro.

 * Melatonina: La dosis autorizada en España es de 1,9 mgr. Pero hay alimentos ricos en triptófano que ayudan  a aumentar los niveles de esta hormona en la sangre, como por ejemplo la avena, el arroz, los tomates, los plátanos, el maíz, la leche.

 *Las rutinas. Tener un horario fijo para irnos a dormir es más útil de lo que imaginámos. Nuestro cerebro se prepara para el sueño, y si le ayudamos con una rutina, mejor.

 *Desconectar. El simple hecho de desconectar un par de horas antes de meternos en la cama nos ayudará tener un buen dormir.

 

Empieza un nuevo curso y desde la Clínica del Sueño os deseamos un buen dormir.

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