Técnica que explora los ritmos biológicos de tipo circadiano como son la vigilia-sueño, el ritmo de la temperatura, el de la actividad y reposo y el de la luz. Es de gran utilidad médica porque el paciente lleva estos sensores durante 7 días que nos informan de todos estos ritmos. Sobretodo nos da una idea exacta de lo que duerme el paciente. Es como un diario de sueño muy objetivo. Esta información nos permite elaborar un diagnóstico correcto.
El paciente lleva estos sensores durante 24 horas y solo se los quita cuando se ducha (no pueden mojarse)
En nuestros estudios usamos un equipo de monitorización que consta de:
1. un actímetro (Hobo® Pendant G Acceleration Data Logger) que registra cada 30 segundos la aceleración o posición. Está situado en el brazo no dominante y sirve para evaluar el ritmo de actividad-reposo a través de dos variables: la actividad locomotora y la posición corporal.
2. un sensor de temperatura (Thermochron® iButton DS1921H, Dallas, Maxim) colocado en la parte interna de la muñeca en contacto con la piel, mide la temperatura periférica cada 10 minutos durante todo el periodo de registro (una semana). Este dispositivo mide además la cantidad de luz que recibe el sujeto a lo largo del día y la noche, así como la temperatura ambiental, complementando de este modo la información de los anteriores registros para obtener una evaluación detallada de los hábitos circadianos de la persona.
A partir de los registros simultáneos de temperatura (T), actimetría (A) y posición (P), se crea una variable integrada, TAP (de las siglas de las tres variables incluidas). La precisión de esta variable ha sido probada en un estudio llevado a cabo por el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia junto con el Departamento de Informática y Sistemas (Ortiz-Tudela, Martínez-Nicolás, Campos et al., 2010) y confirmada en diversas ocasiones mediante el estudio simultáneo de los pacientes con PSG.
De todas las variables se obtienen estos índices:
– el IS es la regularidad del ritmo, es decir, si se repite de manera estable de un día para otro, y debe ser alto.
– el IV es la fragmentación o estabilidad intradiaria, se refiere a si el ritmo experimenta mucha variabilidad a lo largo del día en el sentido de cambios bruscos y fuera de lugar, independientemente de las variaciones circadianas naturales. Un buen ritmo debe tener poca fragmentación.
– la RA (amplitud relativa) es el contraste o diferencia entre el valor máximo y el mínimo, que suele coincidir con el contraste entre los valores de sueño y los de vigilia. Debe ser alto.
A partir de éstas 3 variables se obtiene el CFI, Índice de Funcionamiento Circadiano, que cuanto más alto sea, mejor es el ritmo, oscila entre los valores 0 (ausencia de ritmo circadiano) y 1 (ritmo circadiano robusto). También se obtiene el centro del sueño. Buscamos al menos 5 horas seguidas y se calcula el valor medio de cada variable durante dicho periodo: la temperatura debe ser alta y la actividad motora y TAP deben ser bajos durante esas horas de sueño, así este índice nos permite saber si el sueño es de buena calidad. Este índice es muy importante para el retraso de fase, de hecho es el que usamos para detectarla, ya que normalmente el centro del sueño se sitúa entre las 3 y las 5 de la madrugada, pero en pacientes con RT se suele situar más tarde. También se calcula la duración del ritmo circadiano.